viernes, 16 de agosto de 2013

333 a.c.; Alejandro en Halicarnaso.





Habiendo renunciado voluntariamente al uso de  su flota, Alejandro se veía obligado a conquistar la totalidad de las ciudades costera de Asia menor. Dominando sus puertos, la flota persa no podría avituallarse, ni reparar sus navíos ni contratar nuevos tripulantes.


Alejandro ya controlaba las costas de la Frigia marítima y la Troade (desde Lampsaco hasta Dascilio), la zona de Lidia (Sardes) y de Jonia (Efeso, Mileto).


Para dominar todos los puertos y eliminar totalmente el peligro de la flota persa, solo le quedaba asegurarse el dominio de la costa meridional del Asia menor: Caria, Licia, Panfilia y Psidia.La siguiente campaña de Alejandro,la del invierno del 334 a.c. iba a ser dura.


Alejandro paso unos días en Mileto.Se había apoderado de la ciudad sin demasiado esfuerzo y había conseguido salvar de la destrucción sus templos y monumentos.


Agradecidos por ello, los milesios le otorgaron el titulo honorifico de estefaneforo (portador de la corona) para el año siguiente.
El siguiente puerto importante en la ruta de Alejandro era Halicarnaso, capital de la región de Caria. Entre Mileto y Halicarnaso solo había aldeas sin fortificar y  fortalezas sin importancia.


En cambio, Halicarnaso estaba muy bien defendida.Se encontraba al fondo de una bahía, y estaba rodeada por tres de sus lados por una poderosa muralla, edificada en la antigüedad por el rey Mausolo.


 Además, Halicarnaso contaba con tres fortalezas hasta entonces consideradas inexpugnables: Salmakis, en la entrada de la península que formaba la bahía, otra en la acrópolis y la tercera el palacio real, construido sobre un islote a la entrada de la bahía.


 En Halicarnaso se encontraban las tropas del sátrapa persa de Caria,Orontobates,y también Mennon,el mercenario griego derrotado en el Granico.Todas las fuerzas persas disponibles se habían reunido allí, así como la mayoría de los mercenarios griegos y los trirremes de la flota persa, fondeados frente al puerto.


A finales de septiembre, Alejandro se puso en marcha. Tras ocupar sin lucha las aldeas y pueblos de pescadores que se encontraban entre Mileto y Halicarnaso, llego a la vista de la ciudad. Instaló su campamento a cinco estadios (1 kilometro, aprox.) de la ciudad, en previsión de un largo asedio.


Al día siguiente de su llegada, los sitiados intentaron una salida, siendo rechazados sin excesiva dificultad por los macedonios.


Alejandro se dio una vuelta alrededor de la ciudad, en busca de un punto débil en la muralla. Se percato que los habitantes habían construido un enorme foso, de 30 codos de ancho y 15 de profundidad (15 x 7 metros, aprox.).


Al día siguiente, los ingenieros y artilleros de Alejandro, al mando del experto Diades, comenzaron sus operaciones. Lo primero que hicieron fue rellenar el foso, que impedía la llegada de arietes y torres a la muralla.


Los defensores realizaron varias salidas para tratar de incendiar  las torres y maquinas ya colocadas, pero fueron repelidos por los macedonios, que sufrieron importantes bajas.


 Al cabo de una semana de asaltos fallidos por parte de los griegos y de salidas de los sitiados, Alejandro dio orden a su ejército de replegarse. No quiera tomar la ciudad al asalto, sabia que de hacerlo asi, la ciudad seria saqueada y destruida por sus soldados.


Decidió esperar una propuesta de rendición de los sitiados.


Pero el sátrapa Orontobates y Mennon no tenían ninguna intención de rendirse. Ambos hombres celebraron un consejo con sus oficiales y decidieron incendiar la ciudad antes que dejarla en manos macedonias.


Una noche de  primeros del mes de noviembre, los persas incendiaron la ciudad.Los soldados persas se replegaron  a las tres fortalezas, abandonando a su suerte a los habitantes, mayoritariamente de origen griego.


Mennon aprovecho la confusión para escapar con parte de sus mercenarios hacia Chios, en el norte.


Alejandro decidió no atacar las fortalezas ocupadas por los persas. Ya era dueño de la ciudad, y las fortalezas ya no tenían ninguna utilidad para él.


Tampoco persiguió a Mennon y los suyos, simplemente se limito a asegurar su propia posición.


En el pasado, Halicarnaso había estado regida por un régimen matriarcal, en el cual la corona estaba reservada exclusivamente a los descendientes de una familia real mediante el matrimonio entre hermanos y hermanas. Aquel año, una pretendiente real llamada Ada, ya anciana, y cuyo poder había disminuido debido a cuestiones dinásticas, recibió a Alejandro y le ofreció adoptarle como hijo. Alejandro acepto complacido y más tarde restableció a Ada como reina de toda la Caria,incluyendo a Halicarnaso.


Alejandro decidió permanecer un tiempo en Halicarnaso.Concedio permisos a los soldados que se habían casado justo antes de partir de Grecia.Y les envió a casa una temporada, junto con dos de sus generales, encargados de difundir el éxito de su ejército en Asia menor y reclutar infantes y jinetes.


En noviembre de 334 a.c.,Alejandro confía la mitad de su ejército a Parmenion y lo envía  a Sardes, con orden de marchar al noroeste y adentrarse en la gran frigia, la región montañosa de la actual region turca de Anatolia.


A principios de diciembre ,Alejandro parte de Halicarnaso hacia Licia, a lo largo de la costa meridional de Asia menor. Su intención primaria es evitar que la flota persa pueda avituallarse en esa zona.


 Las ciudades de la zona se rinden una a una, sin lucha. Alejandro descanso un mes en la ciudad de Faselida, y partió de nuevo a finales del mes de enero del 333.Su objetivo era la ciudad de Perga, en la región de Panfilia, a donde llego a principios de febrero. Perga se sometió sin lucha, y allí mismo los gobernantes de la vecina ciudad de Aspendo rindieron también su ciudad, a cambio de un tesoro de 50 talentos.


Alejandro marcho después contra la única fortaleza de la región, Silio.Su guarnición estaba compuesta mayoritariamente de mercenarios.Pero cuando se dirigía hacia ella, fue informado que los gobernantes de Aspendo no habían cumplido su palabra.


Volvió sobre sus pasos y se presento delante de las murallas de Aspendo.Aterrados, los enviados de la ciudad suplicaron por sus vidas y prometieron pagar un tributo mayor, concretamente el doble, 100 talentos.


Alejandro volvió a aceptar la rendicion de la ciudad, pero, esta vez, se llevo unos cuantos rehenes como garantía. Desde allí, partió hacia el norte, para reunirse con Parmenion, que le esperaba en Gordio, cerca del rio Sangario, en la vía que unía Sardes, capital de Lidia, con Susa, capital de los monarcas persas.


La ruta que debía seguir cruzaba en primer lugar una región montañosa repleta de tribus bárbaras y belicosas. Alejandro no quería perder el tiempo sometiendo una tras a otra a las tribus de barbaros ,y decidió combatirlas solo si se interponían en su camino.


Tras un par de días de marcha, llegó a las cercanías de la ciudad de Termeso, por un desfiladero cuyas laderas están ocupadas por barbaros.

 Termessos (actual Antalya ).


Utilizando sus arqueros y la infantería ligera, el ejército de Alejandro consiguió franquear el desfiladero y acampar delante de la fortaleza.


Al día siguiente llegaron enviados de la ciudad de Selaga, enemigos atávicos de los Termesios, que firmaron con Alejandro un tratado de alianza. Este tratado permitió a Alejandro continuar su camino, dejando a los selgeos la tarea de contener a los termesios.


Alejandro se dirigió a la tercera ciudad de la región de Pisidia, Sagalassos, construida en una colina y que era una posición defensiva extremadamente difícil de atacar.

 Sagalassos.


Cuando llego al pie de la colina, Alejandro se encontró a los sagalesos a los que se les habían unido algunos termesios.No perdió el tiempo, envió directamente a la falange.


Los hombres de Sagalassos eran fuertes y valientes, pero peleaban desnudos.500 de ellos murieron en el primer asalto de la falange, y los otros huyeron a gran velocidad, dejando la ciudad en manos de Alejandro.


Tras la toma de Sagalassos, las restantes ciudades de la zona se rindieron, la mayoría sin luchar. Alejandro ya tenía abierta la ruta de la gran frigia, el corazón del imperio persa.


( Continuara... )

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