lunes, 16 de febrero de 2015

89 a.c.: Mitridates, rey del Ponto (11ª parte)




 Viene de aquí:


  A finales del año 89 a.c., Nicomedes IV envió su flota  a saquear los puertos del Ponto, llegando incluso hasta Temiscira.Al mismo tiempo, ordenó a su tropas fronterizas atacar el oeste del reino de Mitridates.Los barcos de Nicomedes volvieron con una gran cantidad de riquezas de su expedición de saqueo, que le sirvieron para sufragar los sobornos y pagar las deudas que tenia con generales y senadores romanos.


  Manio Aquilio, el cónsul  romano que movía las cuerdas del títere Nicomedes, creyó que el “arrogante reyezuelo Mitridates” aprendería la lección.


  Pero Nicomedes estaba aterrado. Durante las incursiones de sus tropas y naves, ninguno había encontrado la menor resistencia por parte de las tropas del Ponto.El rey de Bitinia sabia que Mitridates tramaba algo.


  Los espías de Mitridates en Bitinia le habían  informado del plan de Manio Aquilio.Las tropas y la flota de Mitridates estaban dispuestas para el combate, pero el rey las había enviado a la frontera del norte de su imperio. Envió mensajeros a los puertos del Ponto para que los ciudadanos los abandonaran y no prestaran ninguna resistencia a la flota bitinia de Nicomedes.


  Según el cronista Apiano, Mitridates quería tener un casus belli incontestable.


  Mitridates sabía que la intención de Roma era destruir el imperio que el rey del ponto estaba formando en las costas del mar negro, y para ello estaba apoyando a Nicomedes de Bitinia.


  Mitridates también sabía que Roma estaba ocupada en su guerra social contra los otros pueblos de la península itálica ,y tendría serias dificultades en poder enviar tropas a Anatolia.


  Entonces, tras el ataque de las tropas de Nicomedes, Mitridates se había convertido en la victima de un ataque preventivo por parte del reino de Bitinia, instigado por la avariciosa republica romana.


  Mitridates envió a Roma al eminente orador Xenocles de Adramitio, para presentar sus quejas por el ataque de que había sido objeto su reino por parte de Nicomedes de Bitinia.


  El senado romano no tuvo más remedio que aceptar los hechos, y ordeno el comienzo de negociaciones de paz entre Bitinia y el Ponto, con Manio Aquilio actuando como intermediario con plenos poderes por parte del senado.


  La delegación del Ponto estaba encabezada por Pelopidas, un legislador griego perfecto conocedor de la política exterior de la republica romana. Mitridates estaba seguro que el senado romano nunca aprobaría una declaracion de guerra por parte del cónsul Aquilio en Anatolia,dado que los comandante militares Sila o Mario ya estaban socavando el poder del senado, y los senadores no querrían dar más poder a otro comandante militar.


  Pelopidas comenzó por recordar a los romanos la tradicional amistad entre el reino del Ponto y la republica romana. Culpó a los generales romanos el haber permitido al rey Nicomedes de Bitinia amenazar la seguridad del comercio en el mar negro. Y termino su exposición aludiendo a la tendencia que tenia Roma a traicionar a sus aliados.

  El embajador de Nicomedes contestó a Pelopidas aludiendo al complot organizado por Mitridates para colocar a Sócrates el bueno en el trono de Bitinia. Enumeró los aliados que Mitridates había cosechado en la zona (tracios, escitas, armenios, etc), y las conversaciones secretas que enviados de Mitridates estaban teniendo con egipcios y sirios.


  Y finalizo su exposicion afirmando que Mitridates no estaba reuniendo  tan enorme ejército para conquistar Bitinia y Capadocia, su objetivo real era la republica romana.


  Los diplomáticos romanos se retiraron a deliberar. Estaban comprometidos a ayudar a Nicomedes, pero el discurso de Pelopidas les había recordado el control que ejercia Mitridates sobre las rutas de comercio en el mar negro, rutas que Roma no quería perder bajo ninguna circunstancia. Tras una larga consulta, volvieron con una astuta respuesta:


  “No deseamos que Mitridates sufra ningún daño por parte de Nicomedes. Pero tampoco Roma permitirá que Mitridates ataque a Nicomedes. Bitinia no será abandonada a su suerte”.


  Pelopidas envió a toda prisa un mensajero a Mitridates, avisandle de la decisión que habían tomado los intermediarios romanos.


  Mitridates ya no tenía opciones.La negativa de Roma a concederle lo que él creía justo (controlar Bitinia y Capadocia ) no le dejaba otra salida que mandar un ultimátum a Roma.


  Mientras llegaba la respuesta romana a su requerimiento, Mitridates cedió parte de su ejército a su hijastro Ariarates IX y lo envió a ocupar Capadocia, algo que hizo sin ninguna dificultad.


  Pelopidas presento entonces el ultimátum a los diplomáticos romanos; si aceptaban la petición de  Mitridates, Bitinia y Capadocia serian suyas sin lucha; si Roma lo rechazaba, el reino del Ponto estaba preparado para la guerra.


  Los generales romanos reaccionaron justo como Mitridates preveía. El cónsul Aquilio ordeno a Mitridates abandonar Bitinia y anuncio que iba a restaurar en el trono de Capadocia de nuevo a Ariobarzanes.Los legionarios romanos escoltaron a Pelopides hasta la frontera, para evitar que pudiera contactar con los ciudadanos de Bitinia e impulsarlos a una rebelión.


  Sin esperar a lo que “el senado y el pueblo de roma” decidieran sobre entrar en guerra con el Ponto, Aquilio se preparo para la invasión. Mitridates haba conseguido lo que quería, que un cónsul romano declarar una guerra sin la aprobación el senado.


  El cónsul Aquilio ordeno a su flota que bloqueara la entrada al mar Negro. Según las estimaciones (un tanto exageradas) del historiador romano Apiano, las tropas terrestres para la invasión sumaban más de 175.000 hombres, de los que 12.000 eran legionarios romanos.


  A primeros del año 89 a.c., las tropas para la invasión se dividieron en 3 contingentes principales:


  El cónsul Manio Aquilio al mando e 40.000 soldados se situo  en la frontera entre Bitinia y el Ponto, al sur de las montañas Olgassy;


  El gobernador Lucio Casio y otros cuarenta mil soldados se coloco entre la frontera de Bitinia y Galatia, al sur, y 


  Quinto Oppius, otro general romano estrecho colaborador del cónsul Aquilio, protegía la ruta hacia Capadocia, al mando de otros 40.000 soldados.


  La vanguardia de la invasión seria el ejército de Bitinia, 56.000 hombres bajo el mando directo del rey Nicomedes IV.



(Continuara…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario