sábado, 13 de abril de 2024

1519 : Cortés y los tlaxcaltecas ( II )

 


Viene de aquí:

  Abriéndose camino a duras penas entre una lluvia de flechas y superando varios barrancos, los españoles salieron finalmente a terreno abierto, donde se reagruparon.

  Cortes se dio cuenta que mantener la cohesión  de su formación era la clave para la supervivencia. Mientras estuvieran rodeados, cualquier avance de su infantería dejaría huecos por los que los guerreros tlaxcaltecas podían introducirse.

  El único brazo móvil del ejercito de Cortes, la caballeria, llevaba más de una hora cargando una y otra vez sobre el enemigo en un cada vez más reducido espacio, con la consiguiente perdida de impulso y fuerza en el choque.

  Pero, solo despues que ocho de sus líderes habían muerto, los tlaxcaltecas se retiraron, finalizando así lo que los españoles llamaron la batalla de Tehuacingo, el 2 de septiembre de 1519.

 

  El amanecer del día 3 llego sin ningún nuevo combate, no se veía ningún enemigo en las cercanías, y los españoles pasaron el dia descansando, reparando sus armas y reponiendo sus existencias de dardos para sus ballestas.

  Cortes dedico el tiempo a reflexionar. El coraje y la tenacidad demostrada por los tlaxcaltecas en la batalla los convertía en aun más deseables como aliados.Pero se habían negado en redondo a  caulquier acuerdo, rechazando todos los intentos de los españoles  para llegar a un acuerdo amistoso.

  Cortes seguramente se preguntaba como podía superar la desconfianza y el odio que la presencia de los españoles parecia engendrar en los tlaxcaltecas. ¿ Como se podía llegar a un acuerdo utilizando la diplomacia ,y no las armas ?.

  Entre los 15 guerreros hechos prisioneros el día de la batalla, había dos caciques tlaxcaltecas, y Cortes los hizo llevar ante el para interrogarlos. Habían sido bien tratados, y ante la sorpresa de Cortes, los dos líderes tlaxcaltecas no tuvieron inconveniente en hablar.

Fragmento del Lienzo de Tlaxcala.
 

  De ellos, Cortes aprendió mucho sobre sus costumbres y  el pueblo de Tlaxcala. Cada localidad tenía su propio señor, mantenido y apoyado por un sistema de dependencia feudal no muy diferente de la estructura que llevaba varios siglos en Europa.

  Reunidos en consejo, los líderes de todas las localidades tlaxcaltecas elegían  uno de ellos para liderar el ejercito, al que todas las localidades aportaban guerreros dependiendo de su tamaño y numero de pobladores.

  En ese  momento el líder de los tlaxcaltecas  era Xicoténcatl, un guerrero resuelto y feroz, que era el que sostenía ante el resto de los lideres de su pueblo que los españoles eran aliados de Moctezuma, y por eso insistía en su aniquilación.

Xicoténcatl.
 

  Cortés termino la reunión con los jefes fortalecido en su convicción de que los españoles  debian seguir adelante y continuar con las propuestas diplomáticas, pero eliminando  a todos aquellos que se opusieran a ellas.

  A la mañana siguiente salió un grupo liderado por el propio Cortes. para buscar provisiones en los poblados cercanos y tomar algunos prisioneros más, para evitar que el enemigo pensara que los españoles se habían debilitado  o desanimado por la resistencia encontrada.

  Por la tarde, Cortes regresó al campamento, con una veintena  de prisioneros más, que, sin duda, esperaban un destino horrible a manos de los españoles, según ellos, aliados de los aztecas.

  Pero todos ellos fueron bien alimentados, se les regalo ropa, y los intérpretes no cesaron de  hablar con ellos para que depusieran su ira y se convirtieran en amigos de los españoles.Después, Cortes ordenó que fueran liberados sin daño alguno.

  También libero Cortes  a los dos jefes, indicándoles que llevaron una nueva propuesta de paz a la capital tlaxcalteca. Interceptados por los centinelas, ambos jefes recién liberados  fueron llevados  a la presencia de Xicoténcatl, que les encomendó un nuevo mensaje para los españoles.

  La pareja de jefes regreso al campamento español, y le dijeron  a Cortes que Xicoténcatl había dicho que la paz llegaría solo cuando sus dioses fueran apaciguados con una ofrenda de corazones y sangre española.

  Los jefes también informaron a Cortes que todas las localidades tlaxcaltecas habían enviado a sus mejores guerreros para destruir a los españoles.

El valle de Tlaxcala, con las localidades mas importantes.
 

  Los sacerdotes españoles estuvieron esa misma noche muy ocupados, escuchando confesiones de los soldados y oficiales españoles.

  Amanecía cuando cortes comenzó a reunir a su ejército. Cortes pensaba que era mejor para la moral mantener ocupados a sus hombres en vez de estar ociosos y tener tiempo para pensar en lo que les esperaba.

  Se dirigió a sus soldados, con consejos mas de tipo práctico que inspiradores.Todos debían mantener la calma y obedecer las órdenes. Los artilleros debían apuntar sus cañones sobre los mas grandes grupos de enemigos, para no desperdiciar proyectiles. Algunos ballesteros y arcabuceros debían cargar mientras otros disparaban, para mantener una descarga continua para no desperdiciar munición, Los espadachines debían emplear sus armas con destrezas, preferentemente apuntando a las entrañas del enemigo. Los jinetes debían cargar a media velocidad, para en el último momento frenar a sus monturas, utilizando sus lanzas sobre la cabeza y los ojos del enemigo.

  Nadie debía abandonar las filas, bajo ninguna circunstancia.No mantener las líneas cohesionadas o sucumbir al cansancio significaba morir.

  Con los sombríos consejos de Cortes resonando en sus oídos, los españoles se pusieron en marcha, incluido los heridos que podían moverse, ayudados por sus camaradas. Agarraron las armas que pudieron para ayudar en el combate, sabían que la derrota significaria la muerte, ya fuera en combate o como protagonistas de sacrificios humanos si caían prisioneros.

  No habían avanzado mucho cuando vieron el ejército mas grande que jamás habían visto en sus andanzas por el Nuevo Mundo.

  El sol brillaba sobre las puntas de cobre de sus lanzas, mientras los colores de la obsidiana formaban ondas  de luz sobre la multitud de guerreros.Todos los guerreros tlaxcaltecas gritaban acompañando al ruido de los tambores.

  Cortes pudo identificar los estandartes de los principales lideres tlaxcaltecas : el estandarte personal de Xicoténcatl, una garza blanca sobre una roca; el estandarte del estado tlaxcalteca, un águila real con las alas extendidas, etc.

  Según algún cronista español, el ejército tlaxcalteca contaba con entre 50.000 y 100.000 guerreros. Incluso con la estimación más baja, quizás un 10% del numero mas bajo, unos 5.000 guerreros tlaxcaltecas, la situación de los 400 españoles y un puñado de aliados indios era muy peligrosa, como un castillo de arena tratando de resistir las olas del mar.

  No hubo intercambio de mensajes ni embajadas, cuando los españoles se acercaron lo suficiente y entraron en el rango de tiro de los arqueros tlaxcaltecas, recibieron una lluvia de proyectiles.

  Cortes y sus hombres sufrieron  las flechas hasta que alcanzaron una distancia favorable  para sus armas de fuego. Las andanadas que dispararon contra las densamente pobladas filas enemigas causaron una matanza espantosa. Tanto, que los tlaxcaltecas supervivientes no podían sacar del campo de  batalla a sus muertos y heridos, tan rapido eran abatidos.


 

(Continuara…)

 

miércoles, 10 de abril de 2024

Agripa, la mano derecha de Augusto ( 7ª parte )

 

"Muerte de Bruto en la batalla de Filipos", obra de Pauwels Casteels.

Viene de aquí:

  Marco Antonio esperaba recibir refuerzos, pero su esperanza se desvaneció cuando los navíos que le llevaban hombres y provisiones fueron atacados en el estrecho de Otranto por la flota rebelde liderada por  Cneo Domicio Enobarbo. Tras perder varios navíos y a los hombres que transportaba, el resto de la flota de Antonio huyo.

Aureo de oro de Cneo Domicio Enobarbo
 

  Antes que tener que enfrentar el hambre y las privaciones, Antonio y Octavio debían obligar a Bruto a salir de sus posiciones y librar una batalla definitiva, sabiendo que Bruto no tenía problemas de suministro y podía simplemente limitarse a esperar.

  Pero Bruto ignoraba la mala situación de sus enemigos, y cedió a las demandas de sus oficiales, que deseaban una batalla decisiva. Asi, cuando las tropas de Bruto comenzaron a desplegarse en el campo de  batalla, Antonio y Octavio no podían creer su buena suerte.

  El 23 de octubre, a eso de las 3 de la tarde, la batalla dió comienzo. Octavio lanzó sus tropas en un ataque general sobre la línea de Bruto, que apenas pudo resistir unos minutos antes de romperse.

  Octavio tomo rapidamentee el campamento enemigo mientras Antonio mandaba su caballería para bloquear la vía Egnatia y así evitar la huida de sus enemigos.

 


 

  Mientras Lucilio, amigo de Bruto, trataba de rechazar a la caballeria de Antonio para abrir un camino hacia el mar, Bruto consiguio reunir lo que quedaba de sus cuatro legiones y marcho hacia las colinas. Pero la batalla estaba ya perdida, al igual que la guerra.

  A la mañana siguiente, para no caer prisionero, Bruto decidió poner fin a su vida ayudado por su amigo Strato Mesala.

 
 
 Con respeto, Antonio y Octavio dieron a su enemigo un honorable funeral.

  Entre los supervivientes que se habian rendido estaba el poeta Horacio, Quinto Horacio Flaco, que habia servido como tribuno ante la insistencia de Bruto, y que decidió en el último momento no unirse a los otros conspiradores, que decidieron seguir el ejemplo de  Bruto suicidándose.

 

  Los triunviros declararon entonces una amnistía general, y la mayoría de los 14.000 supervivientes del ejercito de Bruto juraron fidelidad a sus nuevos jefes.

  Entre tanta buena noticia, una mala llego para enturbiar las celebraciones por al victoria. Por una curiosa coincidencia, también el día 23 de octubre, los refuerzos de Octavio, incluida la legión Martia, una cohorte pretoriana de 2.000 hombres, y cuatro alae de caballería entre otras, que estaban siendo transportadas a Grecia  escoltados por una escuadra de trirremes habían dio interceptados  en el mar Adriático por la flota de 130 navíos de Cneo Domicio Enobarbo .

  Sabiendo el destino que les esperaba si caían en manos enemigas, la mayoría de integrantes de la legión Martia se suicido lanzándose a las frías aguas del Adriatico.

Denario de  plata de Cneo Domiico Enobarbo, para conmemorar la victoria sobre la flota octaviana.
 

  Los dos triunviros vencedores maniobraron rápidamente para marginar del poder al ausente tercer triunviro, Marco Emilio Lepido. Fue acusado de tener pactos secretos con Sexto Pompeyo y despojado de su ejerciito y las provincias que gobernaba. Solo podría recuperarlas si las acusaciones contra él  demostraban ser falsas.

  Antes que se celebrara el juicio contra Lepido, Antonio y Octavio se apresuraron a repartirse las provincias que gobernaba. Antonio se quedo con las provincias de la Galia, y Octavio con las de Hispania, Numidia, Cerdeña y Sicilia. Tras repartirse los territorios, Marco Antonio marcho hacia Asia, y Octavio  volvió a Roma.

  Con la guerra civil terminada, el tamaño que había adquirido el ejercito lo convertia en una carga economicamente  insostenible. Los triunviros habían llegado al acuerdo de reducir las 43 legiones existentes en esos momentos a 32, 17 de ellas asignadas a Marco Antonio  y 15 a Octavio.

  Pero las 11 legiones desmovilizadas, que habían servido lealmente a los triunviros, esperaban recibir la recompensa prometida. Iba a ser Octavio el responsable de remunerar tanto a los legionarios de las legiones desmovilizadas como a los veteranos jubilados de las otras legiones.

  Octavio puso a Salvidieno Rufo al mando de  seis legiones y lo envio a  Hispania para retomar las provincias hispanas ocupadas por Sexto Pompeyo.

  Y, antes de abandonar Grecia para volver a Roma, Octavio estableció una nueva ciudad para los veteranos legionarios recién jubilados, llamándola Colonia Iulia Victrix Philippi.

  A la cabeza de tres legiones, Octavio volvió a Roma en enero del año 41 a.c..El viaje desde Grecia lo había enfermado y debilitado, lo que provocó que muchos cuidadanos en Roma pensaran que había muerto.

  El senado decreto varios días de celebraciones para remarcar la vuelta a la paz civil, y puso a Octavio al cargo. Octavio ordenó erigir varias estatuas conmemorativas en el Templo de la Concordia, además de programar sacrificios y oraciones por toda la república. Pero el asunto de encontrar tierras para premiar a los miles de  legionarios jubilados seguía siendo un quebradero de cabeza.

  Octavio  obligó entonces a las ciudades italianas hostiles al triunvirato a ceder sus territorios, además de esclavos y equipamiento agrícola, para cedérselo a los legionarios jubilados.

  Los propietarios de las tierras, convertidos de repente en pobres , solo podían pedir ayuda a sus familiares, o emigrar a Roma para intentar ser aceptados en la lista de distribución gratuita de grano, la Annona.

  Mientras Marco Antonio se encontraba ausente de Roma, sus intereses eran representados por su hermano Lucio, consul de  aquel año 41 a.c., y por su esposa Fulvia. Casada con Marco Antonio en el 47 a.c., la pareja tenía dos hijos varones , Marco Antonio Antilus y Julio Antonio, además de Clodia, hija de Fulvia de un matrimonio anterior, casada con Octavio.

"La venganza de Fulvia", obra de Francisco Maura y Montaner, en el Museo del Prado.
 

  Fulvia y sus hijos comenzaron  a conspirar en la sombra, para tratar de sacar a Octavio del poder. Pero Octavio abrió el fuego divorciándose de Clodia, para romper sus lazos con la familia de Marco Antonio.

  Fulvia inicio un viaje por Italia, para recordarle a los legionarios y veteranos que, en realidad, quien se había preocupado por su futuro había sido Lucio Antonio, ya que Octavio había estado enfermo todo el tiempo.

  Fulvia consideraba el divorcio de su hija Clodia de Octavio como un insulto a su familia, y, contando con el apoyo del cónsul Lucio Antonio, se levantaron en armas contra Octavio.

  Lucio Antonio y Fulvia reclutaron varias legiones, y durante un corto espacio de  tiempo ocuparon Roma. Desde allí marcharon hacia Praeneste, que convirtieron en su base de operaciones. Lucio envió mensajeros  a la Galia, para tratar de obtener el apoyo de las legiones leales a su hermano, bajo el mando de Fulfio Caleno, Ventidio Basus y Asinio Polio.

Santuario de  Fortuna Primigenia, en Praenestre (actual Palestrina).
 

  Pero Marco Antonio, que aún seguía en el este, en Egipto, no sabía absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo en Italia.

  Octavio solo tenia cuatro legiones en Italia, así que tuvo que pedir urgentemente a Salvidieno que volviera  de Hispania con sus seis legiones. Mientras, los suministros llegaban en escasa cantidad a Roma, gracias sobre todo al exitoso bloqueo naval que Sexto Pompeyo imponía a Sicilia, uno de los graneros de Roma. Como la mayoría del grano lo iban consumir los legionarios, la población de Roma estaba al borde  de la hambruna.

  Octavio sabía que debía actuar rápido, ya que la falta de grano podía provocar que Roma cayera en  disturbios civiles y el caos. Octavio decidio entonces enviar su caballería a Bruttinum, en donde se sabía que Sexto Pompeyo pasaba largas temporadas, y en donde almacenaba buena parte de sus suministros.

  Los veteranos legionarios jubilados, que habían servido a las ordenes tanto de Marco Antonio como de  Octavio, enviaron representantes para interceder entre ambas partes. Pero ninguna de las partes confiaba en la otra, y las negociaciones se rompieron.

Así, una nueva guerra civil , la Guerra Perusina, era inevitable.


 

(Continuara…)